Lo que necesitas saber sobre el SIBO.
¿Qué es el SIBO?
El SIBO, del inglés “Small Intestinal Bacterial Overgrowth” se define como la presencia de cantidad excesiva de bacterias en el intestino delgado, causando síntomas gastrointestinales.
Tanto el intestino delgado como el intestino grueso, tienen una microbiota autóctona, es decir están habitados por determinados microorganismos (Virus, bacterias, arqueas..) que llevan a cabo funciones beneficiosas en nuestro organismo. Cuando la cantidad o el tipo de esos microorganismos cambia, no sólo se pierde la función beneficiosa que desempeñan, sino que esa relación se vuelve perjudicial.
Y eso es lo que ocurre en el SIBO. Debido a determinados factores, existe un sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado de bacterias que únicamente viven en el intestino grueso (generalmente coliformes), alterando su mucosa y provocando diversa sintomatología.
¿Qué síntomas provoca el SIBO?
Quizá el síntoma mas común entre los pacientes que sufren de SIBO es la distensión abdominal, aunque pueden existir muchos otros síntomas tanto gastrointestinales como extraintestinales.
En ocasiones, dichos síntomas están enmascarados y diagnosticados como otras patologías como pueden ser IBS (síndrome del intestino irritable), diarrea funcional o dispepsia funcional.
Debido a que cada paciente tiene unos síntomas y que muchos de ellos pueden estar camuflados por otras patologías o situaciones, en muchas ocasiones realizar un diagnóstico puede ser complicado.
Los síntomas relacionados con el SIBO son:
En casos más extremos incluso se pueden desarrollar:
- Eructos
- Naúseas
- Flatulencias
- Dolor abdominal
- Diarrea y/o estreñimiento
- Hinchazón
- Indigestión
- Malabsorciones a determinados nutrientes (anemias, intolerancias a determinados azúcares…)
- Pérdida de peso
- Inflamación de la mucosa intestinal
- Esteatorrea (Diarrea con presencia de secreciones grasas)
- Fatiga
- Falta de concentración
Tal como se recoge en el estudio “ACG Clinical Guideline: Small Intestinal Bacterial Overgrowth” del 2020, diversas investigaciones han demostrado que, en algunos casos, existe una relación causa – efecto entre un tratamiento exitoso del SIBO y la remisión de intolerancias, malaabsorciones y deficiencias vitamínicas.
¿Por qué tengo SIBO?
Nuestro cuerpo en general y nuestro intestino en particular, poseen una serie de mecanismos fisiológicos que permiten que su microbiota esté en equilibrio. Cuando esos mecanismos se ven alterados por una patología, una alteración o una situación determinada, ese equilibrio se rompe y una de las consecuencias es que crecen microorganismos en cantidad y lugares donde no deberían estar.
Esas patologías o alteraciones que provocan el sobrecrecimiento pueden ser:
- Hipoclorhidria
- Cirugías gastrointestinales
- Diabetes
- Uso de fármacos opioides y anticolinérgicos.
- Síndrome del intestino corto
- Uso continuado de IBPs (Inhibidores bomba protones: omeprazol, lansoprazol…)
- Síndrome del intestino irritable
- Celiaquía
- Diverticulosis
- Hipotiroidismo
- Desórdenes de la motilidad intestinal
- Uso prolongado o abusivo de antibióticos
Tengo muchos de los síntomas, pero ¿Cómo sé si tengo SIBO?
El principal signo que nos hace sospechar es la distensión abdominal, sobre todo después de comer, pero como hemos visto antes, no es el único síntoma característico, por tanto, lo mejor es recurrir a las pruebas diagnósticas.
Existen principalmente 2 tipos de pruebas diagnósticas:
- Aspiración en el intestino delgado mediante endoscopia y posterior cultivo de lo aspirado.
Se trata de una prueba que se considera el “gold standart” para el diagnóstico de SIBO. Sin embargo, el hecho de que sea una prueba cara, en la que se necesita precisión del que la realiza para evitar la contaminación cruzada y el que se necesite una ligera sedación, hacen que no sea una prueba de elección.
- Test de aire expirado.
Es un test con el que se cuantifica la cantidad de hidrógeno y metano que produce nuestra microbiota intestinal.
Las células humanas no son capaces de producir metano ni hidrógeno, por tanto, su presencia en el aire expirado es significativo de que está existiendo una fermentación de los alimentos ricos en carbohidratos por parte de las bacterias.
Este hecho es algo totalmente normal a partir de los 100 minutos después de la ingesta alimentaria ya que, en ese momento, el bolo alimenticio está en tránsito por el intestino grueso y éste si que es rico en bacterias fermentadoras.
Sin embargo, lo anormal es que antes de ese tiempo aparezcan estos gases en el test de aire expirado, lo cual demuestra la presencia de estos microorganismos fermentadores en el intestino delgado.
Para que un test sea positivo en hidrógeno, se tiene que detectar un aumento mayor o igual a 10ppm y mayor o igual a 20ppm en el caso del metano, respecto a la concentración basal, entre los 90 y 120 minutos tras la ingesta de una muestra preparada por el laboratorio que puede ser, de lactulosa o glucosa o fructosa en caso de personas diabéticas.
Cabe decir que los microorganismos productores de hidrógeno en la fermentación son bacterias, mientras que los productores de metano son microorganismos del dominio Archaea, que no solo producen sobrecrecimiento en el intestino delgado sino también en el grueso, y como no son bacterias, cuando el gas que se produce es metano, no hablamos de SIBO sino de IMO (“intestinal methanogen overgrowth”).
Debido a que el test de aire expirado con lactulosa, está aportando muchos falsos positivos en personas con tránsito acelerado o alta fermentación colónica, se están estudiando nuevas técnicas que permitan diagnosticar el SIBO. Una de estas técnicas en estudio está basada en la tecnología de una cápsula que al ingerirla pueda medir “in vivo” el hidrógeno y el dióxido de carbono tras consumir alimentos ricos en hidratos de carbono.
Mientras estas nuevas técnicas se desarrollan, el test de aire expirado es el método diagnóstico de elección ya que es barato, no invasivo, fácil de realizar y disponible en casi todos los laboratorios (Incluso puedes hacerte el test en casa mediante unos kits que luego envías al laboratorio).
¿El SIBO tiene tratamiento?
Un diagnóstico positivo en el test de aire expirado junto a la sintomatología que sufre el paciente, lleva a que el especialista digestivo se plantee el tratamiento. Generalmente, y si otras causas no lo impiden, el paciente lleva una antibioticoterapia durante un determinado periodo de tiempo.
Es altamente recomendable realizar al mismo tiempo, un tratamiento nutricional mediante el cual disminuir la sintomatología propia del SIBO, así como poder volver a reintroducir alimentos en la dieta que el paciente ha restringido por miedo a los síntomas que le producen.
Si este es tu caso y necesitas asesoramiento nutricional, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
